El cierre de una tienda o un negocio lleva siempre consigo un velo de tristeza. En las calles, en la vida del pueblo deja un vacío que solo puede llegar a reponerse con una nueva actividad en el mismo local. Sin embargo hay negocios que dejan huella, marcan la historia de una población y cuando tienen que echar el cierre definitivo, nos dejan un poco huérfanos de alegría e ilusión.
Tras 28 años desde que abriese su primera tienda en Arroyo de la Miel, Centro Juguete se despide de sus vecinos con una liquidación de existencias con descuentos del 30% hasta el 50%, hasta el 15 de junio. “Vendemos hasta las estanterías de la tienda”, bromea su propietario, Carlos Crespi, quien no pierde el buen humor ante una vicisitud más en su trayectoria, pero no duda en atribuir a los gigantes de la venta online el motivo del cierre de esta tienda emblemática en Arroyo de la Miel. “Es el gran problema: los market place. Sólo ganan ellos y el pequeño comerciante está abocado al cierre. Ha habido un cambio en el comportamiento del consumidor que tiene preferencia hacia la compra online, y eso debilita al comercio de cercanía”, al tiempo que sentencia: “en los pueblos sólo van quedar empresas de servicios y desaparecerá todo lo que se refiere a comercio, a la compra y venta de artículos”.
Viéndolas venir, Centro Juguete dio el salto a la venta online hace 10 años en su web www.centrojuguete.com donde actualmente el volumen de ventas se sitúa en el 25% del negocio. “La venta física va menguando, y es una realidad que nos obliga a cerrar tiendas”, apostilla Crespi.
Han sido varias las crisis y numerosos los momentos memorables que han marcado la trayectoria de Centro Juguete en Arroyo de la Miel. Abrió su primera tienda en el año 1995, en la avenida Salvador Vicente. En 2001 se trasladó al actual local en la calle Los Bancales y es en aquél entonces cuando se incorpora a la sociedad Salvador Peña Castillo. De aquélla primera apertura recuerda Crespi que fue “con el suministro de luz de obra, porque no habíamos conseguido que la compañía eléctrica nos diese el contador de luz, y el mismo día de la inauguración vinieron los técnicos y nos cortaron el suministro. Tuvimos que alquilar un generador de luz mientras pusieron el contador definitivo, que tardó 10 días”.
Foto: La tienda de Arroyo de la Miel, año 2001.
Nunca antes en el entorno y la familia de Carlos Crespi se había trabajado en el sector de la juguetería. De hecho, él mismo trabajaba como guía turístico y fue en 1982 cuando le surgió la oportunidad de hacerse con una distribución de yo-yos al por mayor. “Las mismas tiendas cada vez me pedían otros juguetes, poco a poco me propuse abrir mi propio negocio, y así fue cómo en 1984 abrí la primera tienda en Torremolinos”.
De contar con un trabajo estable por cuenta ajena a dar el salto para vender yo-yos, recuerda Crespi la incomprensión de su entorno: “mi padre me iba a matar, yo tenía 22 años y no lo entendía. Pasé dos años levantándome a las 7 de la mañana para irme a la cafetería a desayunar y leer el periódico hasta que abrían las tiendas a las 10 de la mañana. Y lo hacía así para no escuchar a mi padre, que pensaba que era un flojo”. Es cierto que fue una decisión unilateral y aventurera, empezó con 44.000 pesetas (era el sueldo de un mes en aquélla época), pero siempre ha contado con el apoyo de su esposa: “es una santa por aguantarme aún, siempre me ha apoyado y siempre ha estado de acuerdo con mis locuras”. De hecho, no se pudieron casar hasta pasados 16 años de la iniciativa de los yo-yos “porque yo siempre he dicho que un negocio puede comprar una casa, pero una casa no puede comprar un negocio. Así que cuando tuvimos estabilidad económica, nos pudimos comprar nuestra primera casa”.
Momentos de bonanza también ha habido, sobre todo a partir de 2001 cuando se empezó a consolidar la empresa. La situación socio-económica favoreció la coyuntura, pero esos años (hasta el año 2008) “los aprovechamos bien, fuimos muy hormiguitas, trabajamos muchas horas, reinvertimos siempre en la empresa y nos expandimos a otras poblaciones como Almuñécar, Coín, Alhaurín el Grande y La Línea de La Concepción”. De hecho, actualmente la tienda de Almuñécar sigue abierta. No ocurrió así como la central de compras a nivel nacional que Crespi constituyó en 2003, Juguetes Toy Sur, S.L., que llegó a tener hasta 40 socios repartidos por España. Esta central se tuvo que disolver con la llegada de la crisis del COVID-19.
Foto: El equipo de Centro Juguete Arroyo de la Miel, año 2017.
Sobre las crisis, la peor sin duda para Crespi que fue la que comenzó a partir de 2008: “para cualquier hogar un juguete es un artículo de lujo, solo es importante un día al año. Esto hace que nuestro sector ya de por sí sea muy complicado”. Sin embargo, el cierre de la tienda de Arroyo de la Miel para este juguetero “no es un adiós, sino el cierre de un punto de venta, seguimos atendiendo desde Torremolinos y también en nuestra web”.